Caminas por una apacible carretera rural, entre los campos verde oscuro y el sol amarillo brillante. El aire de la mañana, fresco y crujiente, te acaricia la cara. El único sonido que oyes es el de tus pasos... hasta que, de repente, una oveja balando a lo lejos, un pastor saludando con una sonrisa, junto a su rebaño.
Llegará a Matera, un lugar mágico como ningún otro en el mundo, una pequeña Jerusalén con alma italiana, un pesebre vivo permanente...
Entre medias, el viaje: un día, olivares, almendros y árboles silvestres desfilan a tu paso mientras caminas por un sendero fácil y relajante, perfecto para reflexionar. Al día siguiente te aventuras entre arbustos, campos y alcances: te vuelves más enérgico y aventurero, el cuerpo cobra vida.
Caminamos por pueblos de Apulia donde nos reciben como invitados de honor, con vistas a profundos barrancos, los cascos antiguos como laberintos de piedra donde uno se pierde para volver a encontrarse.
Al final del día se llega a un lugar, pero sobre todo a unas personas: una humanidad viva y acogedora que te hace sentir cada vez más en casa.
La Vía Materana es una meditación a pie, un itinerario que te conecta con los placeres ancestrales y sencillos de la vida. Como una cerveza bien fría y una cialedda (una ensalada de pan típica: pan blando remojado con verduras frescas, sal, pimienta y aceite de oliva virgen extra) a la sombra de la catedral de Matera.