Tu viaje comienza en el silencio de una iglesia: frente a ti, los relieves de la catedral de Fidenza, una historia de peregrinos y caballeros grabada para siempre en la piedra.
Uno de estos peregrinos será tu acompañante durante todo el camino: es el símbolo oficial de la Vía Francígena, un diminuto peregrino que indica el camino correcto a sus compañeros a través de las señales oficiales del itinerario.
Desde Fidenza comienza la marcha a través de los Apeninos, por las colinas que rodean Parma y el Paso de los Apeninos de la antigua colina del Monte Bardone, el actual Passo della Cisa. Las duras subidas se alternan con unas vistas increíbles: primero sobre las llanuras de Lombardía y luego sobre Lunigiana, el lado misterioso y medieval de la Toscana.
Y justo dentro de Lunigiana se pasa por la puerta toscana de la Vía Francígena: el último día de marcha nos lleva a Pontremoli a través de bosques encantados y puentes medievales de cuento de hadas.