Este es uno de los tramos más apreciados de todo el itinerario, y la razón no es difícil de ver: la hermosa Lucca, con sus murallas transitables, sus torres coronadas con jardines colgantes y la peculiar plaza del anfiteatro, es sin duda un gran lugar para comenzar la aventura.
Luego continuarás por un paisaje toscano por excelencia: cipreses y colinas, granjas y viñedos, las torres de San Gimignano y las de Monteriggioni, a través de encantadores parques ribereños, caminos de grava y pintorescas aldeas.
¿La última etapa? Entre la contrada de Siena, en su plaza en forma de caracola, donde tiene lugar el mundialmente famoso Palio y donde los peregrinos descansan y celebran el dulce éxito de un viaje completado.