Este tramo de la Vía Francígena destaca como una de las partes más entrañables de todo el viaje: esta versión del itinerario acorta algunos de los paseos en transporte público o traslados, lo que permite a los caminantes menos experimentados completar esta fascinante ruta.
La encantadora ciudad de Lucca, adornada con murallas transitables, torres coronadas por jardines colgantes y la singular plaza del anfiteatro, es un excelente punto de partida para su paseo.
Tras la ciudad medieval de San Miniato, atravesará el paisaje toscano por excelencia, caracterizado por cipreses y colinas onduladas, granjas rústicas y viñedos. Pasará junto a las emblemáticas torres de San Gimignano y Monteriggioni, atravesará parques ribereños, caminos de tierra y pintorescos pueblos.
El tramo final del viaje le llevará por la contrada de Siena, donde terminará el paseo en su plaza en forma de concha. Aquí es donde se desarrolla el famoso Palio y donde los peregrinos encuentran descanso, celebrando la finalización de un viaje único.