Todos los caminos conducen a Roma, pero luego continúan. Lo mismo ocurre con la Vía Francígena, que continua a hacia el mar de Terracina y luego hacia el Sur hasta Brindisi, donde se embarcaban los antiguos peregrinos para llegar a Tierra Santa.
Este es el primer tramo de la Via Francigena meridional, entre adoquines romanos y antiguos caminos de ovejas, templos paganos, imponentes catedrales y santuarios cristianos, suaves panoramas de colinas y pasos de montaña.
Siguiendo las huellas de la Via Appia, una de las calzadas más antiguas de Europa, se pasa de misteriosos pueblos a los tesoros del sur del Lacio, que conserva un vasto patrimonio histórico y cultural, hasta llegar al mar en Terracina.