Le Puy es el punto de partida de este peregrinaje, un pueblo único, rodeado de frondosos volcanes inactivos y elevadas formaciones rocosas adornadas con maravillas humanas: desde la iglesia de Notre-Dame de France con la estatua de la Madonna hasta la capilla de Saint-Michel d'Aiguilhe, la fortaleza de Polignac y el castillo de Lavoûte. A partir de aquí, atravesará la Place du Pot y emprenderá un viaje por la naturaleza que alterna extensiones rocosas y verdes campos, trigales y capillas excavadas en las rocas.
Atravesará la meseta de la Margeride y sus bosques, y finalmente llegará a Aubrac, donde la campana de los perdidos sonaba cada día para llamar a los peregrinos en su viaje, como un faro en el corazón de la meseta.