Gente de Apulia

Aquí en SloWays, viajamos a menudo por toda Italia, pero todos estamos de acuerdo en que Apulia es una de nuestras regiones favoritas. Las razones son muchas: el sol cálido y placentero, los pueblos de tonos blancos brillando desde lo alto de las colinas, los laberintos de callejones entre casas blancas y, por supuesto, el mar: azul e ilimitado, para admirar desde los antiguos caminos de los pastores, o verde y antiguo, una extensión de olivos centenarios custodiados por muros de piedra seca.

Pero nada de esto sería lo mismo sin la mayor riqueza de esta región llena de regalos: las personas que la habitan.

Sin duda, los mejores recuerdos de nuestros viajes en Apulia son sobre sus habitantes: sencillos y generosos como su hogar, con sonrisas tan brillantes como el sol y un sentido de bienvenida que trasciende cualquier formalidad.

En mi primer viaje a Puglia, hace ya siete años, viajaba en bicicleta: había estado pedaleando durante semanas, un recorrido de miles de kilómetros por un país que pensaba conocer, pero que me sorprendía cada día. Era un caluroso día de agosto, y nos detuvimos a almorzar en una taberna, de esas escondidas en los callejones, donde no existe el menú y lo que aparece en la mesa fue recogido esa misma mañana, preparado por la abuela, servido en platos de barro acompañado de un Negramaro que aligera la cabeza y hace que la risa sea fácil y estruendosa. El dueño sirvió la comida, nos contó historias familiares, se sentó con nosotros para explicarnos cada plato, el viaje de cada ingrediente hasta esa mesa. Y cada ingrediente tenía un nombre personal: los pimientos cruschi de Luigi, el queso de Carla, el vino de Francesco. No se necesitaba nada más, solo estos nombres y la pasión que transmitía su voz y esos sabores.

Desde entonces, mis colegas y yo hemos regresado a menudo a Apulia, y hemos hecho más y más amigos: entre ellos Mina, que nos lleva a su jardín junto con los clientes para recoger verduras y revela la simple magia de una orecchietta ante nuestros ojos; Vito, que nos transporta de un lado a otro y tiene una hermosa historia para cada lugar; Adelaide, que hizo que Greta se sintiera como en casa en su B&B en la Via della Costa, dándole energía y tratándola como a una nieta; Vivian, que en Matera le enseñó a Davide lo que sonaba un Cupa Cupa y bailó con él y los otros viajeros; Anna y Paolo, que dejan que los que visitan su granja prueben un nudo de mozzarella recién hecho, una tuna recién recogida; Giuseppe, que hornea pan de Altamura como su padre y su abuelo y conoce cada grano de harina; Vita, que nació y creció entre los olivos y habla del aceite que produce como si fuera un niño. Gente auténtica y sincera, llena de pasión y orgullo por las cosas hermosas y buenas que hacen, que se esfuerzan por hacerte sentir como el invitado de honor, ya sea que hayas llegado recién o que hayas regresado por enésima vez.  

Quedarse con ellos, comer la comida que han preparado, viajar en un vehículo que ellos conducen, visitar su casa: esto es suficiente para hacerte sentir parte de su familia, y es un vínculo difícil de romper: puedes irte, no saber nada de ellos durante meses, pero en el momento en que los veas de nuevo será como si nunca te hubieras ido, su bienvenida igual que siempre.  

Por eso amamos esta región: porque está iluminada por la pasión de su gente, calentada por su calidez, animada por la fiesta en que cada encuentro o reunión puede convertirse.  

Y realmente creemos que deberías unirte a la fiesta.