Las vacaciones en familia son una oportunidad para pasar días al aire libre, desconectar de la rutina cada vez más frenética y crecer juntos. Planificar una excursión en familia requiere una búsqueda minuciosa de la ruta adecuada y más segura, pero con estos sencillos consejos podrás disfrutar de la magia de caminar en familia con total tranquilidad.
La naturaleza es la razón más importante para hacer con tus hijos un viaje activo: mejora el estado de ánimo y calma el cuerpo y la mente.
Caminar al aire libre es una actividad ancestral, propia del ser humano, que la urbanización ha vuelto superflua, pero que no deberíamos abandonar. El senderismo se convierte en una oportunidad para despertar en los niños un interés lejos de las pantallas y la realidad virtual. Al mismo tiempo, ayuda a quemar calorías, fortalecer el sistema inmunológico, desarrollar músculos y mejorar la capacidad de resolver problemas. En resumen, ¡muchas ventajas en un solo plan!
Involucrar a los niños en el senderismo puede parecer difícil, pero hay muchas formas de facilitar la tarea. Enfocar su atención en lo que están viviendo, haciéndolo memorable, épico y aventurero, transformará la caminata en una actividad estimulante, y luego posiblemente en una verdadera pasión.
Intenta ofrecerle a tu hijo la oportunidad de llevar su propia mochila con agua y refrigerios. Un peso irrelevante que lo haga sentir como una parte integral de la excursión. O establece un destino específico para alcanzar: una fuente de agua fresca, un edificio antiguo, un lugar misterioso por encontrar, lo cual potenciará el natural espíritu aventurero de los niños.
Cuanto antes empieces, mejor. El amor por la naturaleza no tiene edad, y cada vez más padres caminan con portabebés de todas las formas y colores, disfrutando de la naturaleza con sus pequeños exploradores. En cuanto empiecen a caminar, intenta involucrarlos en caminatas cortas y fáciles. Evidentemente, los senderos lo suficientemente sencillos como para ser recorridos por un niño de entre 3 y 10 años pueden resultarte aburridos, pero es solo cuestión de tiempo. A partir de los 10 años, los niños se vuelven más autónomos y pueden enfrentarse a caminatas más desafiantes.
La respuesta es muy simple: caminar con niños es seguro si te mantienes vigilante y has diseñado el viaje en detalle. Mientras que la longitud y dificultad del itinerario pueden ser graduales y adaptarse al crecimiento de los niños, la planificación es un aspecto fundamental que debe cuidarse con antelación, considerando todos los posibles imprevistos.
El agua, los refrigerios y un botiquín de primeros auxilios serán, por lo tanto, las primeras cosas que debes poner en tu mochila. Siempre informa a alguien sobre tus planes, indicando a dónde vas, cuándo planeas regresar y cómo pueden localizarte.
Guía, gurú, héroe. Para tus hijos, eres el experto y la guía a seguir en la aventura, ¡una razón más para estar bien preparado! Con un buen ojo para los detalles, podrás convertir cualquier caminata en una experiencia épica e inolvidable.
Una cascada, un lago o unas ruinas arqueológicas pueden ser destinos ideales para estimular la curiosidad y el deseo de aventura de los jóvenes exploradores.
Estudia la ruta, los animales y las plantas que habitan los lugares que vas a visitar, así como cualquier posible peligro (plantas venenosas, animales salvajes). Si esta es la primera excursión tanto para ti como para ellos, es recomendable contar con la compañía de un excursionista experimentado.
Un viaje a pie es tanto una experiencia divertida como una oportunidad de crecimiento: puede ayudar a enseñarles a tus hijos las reglas del camino y las normas para mantenerse seguros durante una excursión, como pedir y comunicar ayuda.
Junto con la excursión, el equipo de tu hijo también se convierte en una herramienta para estimular su interés en la actividad en sí. Una nueva botella de agua o un silbato crean de inmediato interés por su uso "en el campo", generando afecto y un sentido de pertenencia, además de estimular la curiosidad hacia el equipo de senderismo.
Existen varios accesorios diseñados específicamente para niños, especialmente útiles para los más pequeños. En cuanto a mochilas o tiendas de campaña, sin embargo, te sugerimos tener una visión a largo plazo y optar por tamaños y rangos de precios que sigan siendo útiles a medida que tu hijo crezca.
Sí, pero con un poco de sentido común. Llevar una mochila hará que tus hijos se sientan parte central de la aventura, pero el peso no debe cansarlos ni agobiarlos.
Pregúntales cómo se sienten con la mochila puesta. Por ejemplo, puedes empezar con la mochila vacía y, después de comprobar cómo se sienten, dejar que lleven su propia botella de agua, inspirándolos a hacer una primera búsqueda simbólica de independencia.
Hasta los 10 años, te recomendamos elegir rutas cortas, llanas y bien conocidas. Pueden ser parques de tamaño modesto, áreas donde puedan observar la flora y fauna, o caminatas cortas.
No hay una distancia exacta que actúe como límite; depende de la edad, la predisposición física y el entusiasmo del niño. Caminar es una actividad agradable, por lo que no deben llevarse al agotamiento, lo cual podría convertirlos fácilmente en niños irritable y llorones.
Mientras que un adulto tiene conciencia de sus limitaciones (y a veces aún se sobreestima o subestima), no puedes saber con certeza cuáles son los límites de tu hijo hasta que los pongas a prueba en una caminata.
¡Otra razón para empezar con rutas muy cortas y simples!